viernes, 21 de diciembre de 2012

PROTESTAS Y DANZAS VARIAS

Estoy convencida de que el señor Rajoy es un tío con suerte. Sí, ya sé que se ha hecho cargo de un país en bancarrota y con varios millones de parados, lo cual, si somos sinceros y nos atenemos a cuestiones cronológicas, debemos admitir que es una situación que él no causó. Pero dado que está al frente de este barco que se nos está hundiendo sin que los verdaderos responsables de su vía de agua paguen por haberla causado, y dado que en su lugar todos los españoles estamos sufriendo unos recortes brutales, supresiones más bien, en todos los servicios públicos existentes, no deja de maravillarme que las protestas que se suceden desde todos los ámbitos socioeconómicos y laborales del país sean no sólo pacíficas, sino incluso imaginativas y divertidas. 

 A las manifestaciones a la clásica usanza, de pancarta en ristre y calles de la capital tomadas por miles de pacíficos recortados, están sucediéndoles estos días otras formas más modernas de protesta: por ejemplo, el flash-mob de un pueblo entero que pedía que no cerrasen su centro de urgencias. Vestidos y maquillados como los zombies del mítico video musical de Michael Jackson, Thriller, danzaban incansables en la plaza del pueblo delante de cámaras y curiosos. No sé si Rajoy habrá captado el mensaje de que esos zombies podrían llegar a ser esos mismos ciudadanos si tras un accidente o un ataque al corazón no hay dónde atenderlos. 

Los investigadores y trabajadores de la sanidad pública escenificaron hace poco una partida macabra de ajedrez, donde las piezas negras, las económicas, acababan con las blancas, las de la sanidad, en un tablero gigante en plena calle. Aunque el tema era serio y los participantes se jugaban mucho, principalmente sus empleos, a través de las cámaras el ambiente parecía distendido e incluso festivo.

Y de la misma manera, en la capital del país se han entonado los llamados "villancicos negros" contra los recortes en Justicia, villancicos tradicionales en los que las letras originales han sido sustituidas por mensajes de protesta. 

 Yo me alegro de que seamos tan respetuosos y tan creativos, y de que no nos lancemos a las calles incendiando todo lo que encontremos a nuestro paso, como han hecho otros antes que nosotros. La paz social es algo inestimable en estos tiempos de crisis profunda, y lo contrario podría irse de las manos y derivar en enfrentamientos armados, con derramamiento de sangre. Sin embargo, me planteo dos cuestiones: una, si el modo de protestar influye en el caso que se nos hace, que a día de hoy es nulo, o si el gobernante que nace sordo es indiferente al volumen de los gritos y por tanto igual de inactivo tanto si se bailan jotas como si se queman contenedores de basura o cajeros automáticos; y dos, si es sólo cuestión de tiempo que lleguemos algún día al punto de no retorno, en el que no nos quede humor para más canciones ni para más teatrillos, y saquemos el cadalso a la plaza mayor. Después de los millones de euros, repito, millones de euros, que la banca española va a recibir en ayudas europeas, ayudas que tendremos que devolver entre todos, ya no vale aquello de que se recorta porque no hay dinero. Lo que hay es muy poca vergüenza. Si las cosas siguen así, no sé si habrá fútbol suficiente para calmar a las masas. Y las masas, cuando se enfurecen, no bailan precisamente. 

   

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