martes, 13 de noviembre de 2012

Mi Torrevieja imperfecta

Que Torrevieja no es una ciudad perfecta lo sabemos todos los que vivimos aquí, hayamos nacido en ella o no. Es fácil, y más en estos tiempos de crisis, escuchar conversaciones sobre tal o cual edil, sobre las inundaciones tras las lluvias o sobre cualquier otro tema candente. Si algo es evidente es que el ser humano está perfectamente capacitado para criticar. A los demás, claro.


Yo llegué a Torrevieja en 1999, tras haber vivido mi infancia y mi juventud en Valencia, y algunos años en Cuenca y en Tarancón. Y tengo que deciros una cosa: ninguna de esas ciudades era perfecta tampoco. Independientemente de su tamaño, de su fuente de riqueza o de su organización urbanística, cada una de las ciudades que he pisado padecía problemas, errores o deficiencias.

Y en todas ellas he encontrado dos tipos de ciudadanos: los que, haciendo gala de su avispada inteligencia a la hora de localizar problemas y dictar soluciones imaginarias, criticaban despiadadamente a diestro y siniestro, y los que, desde su humildad de habitantes de un espacio común, reconocían unos defectos innegables que para nada restaban fidelidad a su ciudad. Y es que, se haya nacido en ella o no, la ciudad que uno habita se convierte de inmediato en su hogar. Y el hogar de uno es sagrado. Aunque no sea perfecto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario