Mi
abuela
I
Mi abuela me
enseña a olvidar las memorias,
A agarrar el
nuevo día por los cuernos,
A darle un
garbeo por otras
Latitudes,
Y a no
engancharlo
Nunca
engancharlo
A llantos
pasados.
Le agradezco
Esta sabia
eternidad de días nuevos,
Este saco de
osadías no estrenadas,
Esta ingenua
honestidad
Para con uno.
Dice que el
pasado siempre es malo,
Que hay
desgarros sin sentidos ni remedios,
Que lo que
haya por llegar es lo que vale,
Que la
experiencia es engaño,
Y que viven de
verdad
Sólo los niños.
Mi abuela
tiene noventa
Y seis
Abriles de sol
generoso
Y un inmenso
impulso de vida
Que nadie se
explica.
Todos los ojos
la siguen celosos
Cuando abre su
puerta en las mañanas
Para salir a
pasear por el barrio
Oliendo a la
sal
Del mar
Que le bulle.
II
Uno esperaría
De una señora
de edad
Que se
comportase tristemente con los muertos,
Que les
honrase las glorias
Y les rezase
algún salmo,
Que les
limpiase los marcos antiguos de fotos antiguas,
Y que rompiese
a llorar
De vez en
cuando.
Mi abuela no.
Manda al
carajo a los muertos, a los vivos. a los idos
Y a los
olvidados.
Dice que vive
el que quiere vivir
Y que hay
razones de orgullo
Para atarse al
pleno sol de cada mayo,
Que no pasarán
Por encima de
su hambre de vida,
Y que siempre
es pronto para morir,
Y que vaya
putada.
III
Hoy recupero a
mi abuela.
A fuerza de
verla existir
No me
sorprendo,
Pero roza la
centena y sonriendo,
Carcajeada más
bien
De tanta
historia lamentada.
Tres veces
pilar:
Por nombre, por
origen y por absoluta vocación de resistencia.
No hay por
donde no pasó:
Estrechas y
anchas,
Duras y muy
duras,
Pero hija,
Ni así
Se afloja.
Como en garras
agarra
Cada rayo de
sol
Que se le
ofrece,
Y se arremanga
las faldas
Para echarse a
bailar
Al son de sus
años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario