lunes, 19 de noviembre de 2012

Del bosón de Higgs al L. Casei

Dicen que la ciencia avanza que es una barbaridad, y es cierto. De repente se produce en algún lugar del mundo algún descubrimiento relevante, se detecta algún fenómeno o partícula hasta entonces desconocida, se formula alguna ley física revolucionaria, o incluso se localiza y pone nombre a una nueva estrella de alguna galaxia remota. Y de inmediato, gracias a los medios de comunicación, esta noticia tan especializada se difunde y se generaliza, y uno se desayuna con ella, poniéndose al día sobre el más reciente avance de la humanidad en alguna ciencia de la que, con suerte, conocía tan solo la existencia.

Y claro, con la noticia, si es que logra entenderla, se cuela también en su cotidianeidad un vocabulario especializado del que jamás había oído hablar. Es el caso del bosón de Higgs. Porque dígame usted, ¿habría sabido decir en pocas palabras o en muchas lo que es un bosón, antes de que este hubiese invadido la sección de ciencia en los periódicos?

Yo, intrigada por la palabra, he buscado una definición o una descripción que me deje satisfecha. Y esto es lo que he hallado: "Nombre de una de las partículas cuánticas. Son bosones los fotones y los mesones". Pues estamos apañados. Probaré otra: "Partícula elemental que, como el fotón, ejerce la interacción entre fermiones". Tampoco me sirve. A ver si aquí: "Los bosones son aquellas partículas que tienen spin entero, medido en unidades de h-barra (spin = 0, 1, 2...)". Empiezo a marearme. Pero no me puedo dar por vencida. Escojo otra entrada en otro diccionario: "En física de partículas, un bosón es uno de los dos tipos básicos de partículas elementales de la naturaleza (el otro tipo son los fermiones). La denominación «bosón» fue dada en honor al físico indio Satyendra Nath Bose". Por fin respiro aliviada: encontré al padre de la criatura, el campo concreto al que pertenece, y una descripción en lenguaje sencillo de una realidad altamente especializada. Ya puedo hacerme una idea de lo que es un bosón: una partícula elemental de la naturaleza. Ahora sólo me falta comprender el resto de la noticia.

Y mi reflexión es la siguiente: yo, que soy incapaz de nombrar una a una las piezas de una moto o de identificar las herramientas de un electricista o de un albañil, ahora tengo en mi léxico cotidiano un vocablo perteneciente al campo semántico de la física cuántica más avanzada. Es como tener un vestido de Valentino junto a mis camisetas del mercadillo. Me pregunto qué podré hacer con él, en qué ocasiones podré utilizarlo. Y si tengo más como este en mi humilde repertorio lingüístico.

Y, sorprendentemente, parece que es así. Y no pocos. Si me paro a analizar su procedencia, caigo en la cuenta de que casi todos han llegado de la mano de la publicidad. Y es que, sin duda, presentar un producto recurriendo al vocabulario científico nos determina a la hora de adquirirlo, pues sin reservas le otorgamos el respaldo de fiabilidad y de innovación propio de la ciencia. Y esto las empresas lo saben bien.

Por ejemplo, si vamos a comprar un yogur, nos decidiremos antes por uno con L. Casei Immunitas, aunque no sepamos qué es eso exactamente o qué efectos concretos tiene, y optaremos por una crema facial con coenzima Q-10 o con retinol, a pesar de que no conociésemos su existencia y de que su eficacia no nos haya sido demostrada. Debido a este respaldo científico que le suponemos, encontramos justificado su precio, superior al del resto de productos similares, y prueba fehaciente de que su calidad es, efectivamente, superior.

Pero el colmo de los colmos lingüísticos en publicidad es anunciar un producto describiendo sus propiedades... en inglés, o lo que es lo mismo, ofreciendo una descripción que resulta incomprensible para muchas personas. Y no porque en nuestro idioma no dispongamos de traducción exacta para sus características, sino porque quizás el glamour necesite del idioma extranjero para excitar la imaginación y el deseo. Es así que los productos a los que me refiero son sobre todo cosméticos: maquillaje "lasting performance", máscaras de pestañas "false lash effect", "volume million lashes", "eye brightening" o "volume clubbing waterproof". Y no me vale el razonamiento de que los productos son extranjeros. También lo es el refresco de cola más famoso del mundo. Y su publicidad se traduce a todos y cada uno de los idiomas de los países en los que se comercializa. Canción incluida.
 

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